lunes, septiembre 17, 2007
posted by *vane* at 5:44 p. m.

Nuestra historia es corta pero hermosa.

Te escogí entre más de 20, con la sencilla oración: quiero el más feito… ese! Porque se que la belleza más hermosa se encuentra en las acciones, más que en lo físico.

Eras tan pequeñito que no dejaba de mirarte, era tan tierno como tomabas la “maravilla” con tus manitos, te observe demasiado… que en un momento pensé que me morderías sólo para que te dejara dormir.

Creciste tan rápido, tu pelo fue cambiando hasta que terminaste siendo un gordo teñido por mil colores.

Nuestras anécdotas son variadas, desde cuando te escapaste de mis manos y caíste al piso rompiendo unos de tus dientes hasta que comiste botones del control de la tele o el cable de mis audífonos, además de un trabajo que tenía que entregar al día siguiente.

Hasta que llego un día…al cumplir dos anitos, cuando te enredaste por casualidad con tu ruedita, por suerte me di cuenta, y te saque vivo…pero las cosas cambiaron. Ya no eras tan alegre ni con tanto animo, le tenias miedo a la nueva rueda… ella no te hubiera hecho nada porque tomes las medidas necesarias para que no te volviera a pasar, y empezaste a envejecer… lento.

Te veía dormir mucho, aunque eras el mismo gordo… pero cada vez con menos energía. Y cuando despertabas sólo subías a comer y tomar agua…para luego volver a bajar y dormir. Tu vida era esa… yo sabía que al no hacer ejercicio te envejecías más rápido, pero no te podía obligar… tú tenías miedo o sólo querías tranquilidad.

El día sábado cuando te saque de la jaula, estabas raro… te deje sobre mi cama y te pusiste a tiritar y al caminar te caías hacia un lado… lloré, porque te quiero tanto que no te podía ver sufrir. Te besé mucho… y te dormiste en mis manos. Me preocupe.

El domingo te saque nuevamente, estabas frío… y lloré, no sabia que tenías… tus orejitas estaban heladas y me mirabas para luego dormir. Te deje arriba de mi cama… tapadito y te comencé a dar calor…pero no funcionaba. Te mire tanto, yo sabía lo que venía… te amo tanto porque entraste a mi corazón con sólo tomar entre tus perfectas y pequeñas manitos la lechuga que te tenía que dar. A la 1 de la mañana te metí dentro de tu jaula… te di de comer, te tape… y te bese. Coloque tu jaulita dentro de mi cama… y apague la luz con la angustia clavada en mi pecho. Me desperté a las 2, 3 y 4 de la mañana… seguías respirando… pero a las 4:30… al mirarte… tú corazón había dejado de latir. Te observe… y llore demasiado… te venías tan hermoso… estabas como durmiendo y una tranquilidad te envolvía. Cuando te deje sobre mi cama… ya no podía parar de llorar, fui corriendo donde mi mamá y la desperté… al verte lloro y me abrazo, lo mismo hizo mi abuela… ya eras parte de la familia… era una costumbre verte, hablarte y que nos miraras con esa carita. Porque eras como mi bebe… te cuide tanto… te ame tanto.

Y si alguien no entiende esto… es porque nunca se ha entregado a las demostraciones de amor de un animalito.

Lejos has sido mi mejor “hijo”… todo mío.

Ya ha pasado una semana desde que te fuiste… el lunes pasado fue terrible, cuando tuve que ordenar tus cosas… no paraba de llorar. Estuve sola casi todo el día y la angustia se apoderaba de mí al entrar a mi pieza.

Esta claro que no te olvidaré, no tengo porque hacerlo… pero hay algunos días que me olvido que te has ido y siento en la noche como andas en tu rueda o como comes.

Te extraño