
Así como tengo miedo a amar… es un miedo particular, diferente. Es un miedo que se alimenta de mi angustia, de mis recuerdos. Es un miedo que se llena de “despedidas del pasado”, de recuerdos que no se pueden olvidar y que derraman algunas lagrimas cuando vuelven al presente.
Miedo al futuro… a ese futuro que me atormenta… que me desconcierta. Acaso ¿estoy preparada para él? ¿Estoy preparada para crecer?... el miedo que me persigue en esas noches que no logro dormir, cuando pienso que he fracasado continuamente.
El miedo “desgarrador” al fracaso… que ha vuelto más seguido y que no me deja tranquila. Es un miedo demasiado extraño… aparece cuando no lo necesito, me sigue cuando estoy feliz suponiendo cosas malas y escondiendo las buenas.
Miedo a estar sola… alguna vez. Porque seamos sinceros, la palabra soledad la utilizamos en cualquier ocasión y no significa necesariamente que estemos “solos”. El miedo que me provoca esa palabra… es a la soledad completa, tanto externa como interiormente.
Y entre miedos… se establece el peor… Miedo a no ser Yo. Miedo que espero nunca me gane… y que siempre este en aquel espacio, perdido entre los demás.
Cuando logre encontrar el camino… esperaré que haga de mi…. Su mejor obra.