miércoles, febrero 11, 2009
posted by *vane* at 12:17 a. m.

Mi primer amor fue un amigo de mi hermano. Fue todo tan rápido, tan inesperado. Lo conocí cuando era muy chica, iba a jugar a mi casa. Fui invisible por muchos años, hasta que me hice una mujercita. Te lo juro que para mí era todo, esperaba que fuera la hora, cada día, para verlo…aunque fuera invisible, aunque fuera sólo la hermana chica de su amigo.

Vivíamos todos en el mismo sector, en un grupo de calles paralelas, pero tenía que llegar el día en que me iba de aquel lugar. Pensé que no nos volveríamos a ver, ya que muchas veces las amistades ceden y se cansan, más de flojera que de otra cosa. Pero la amistad de ellos, continúo… y así alimento este deseo.

A él le gustaba la hermana mayor de mi mejor amiga. Era penoso… porque aquella niña ya era una mujer y yo competía con un par de tetas y un trasero. Sabía que tenías las de perder, pero no dude de mis sentimientos.

Una vez que nos cambiamos de casa, la cosa fue lenta…pero fui visible… ya era una mujercita, en pleno desarrollo y con una cabeza llena de ideas, mi lengua no paraba de compartirlas y de dejar salir mi sinceridad, la que es mi mayor característica. No te diré que fue amor a primera vista, aunque no podría confirmarlo. Pero comenzó a sentir cosas por mí, cuando yo todavía las sentía por él. Cuando venía a casa… esperaba el momento de quedarme a solas… hablábamos de tonterías, podía ser libre con él… decir lo que quisiera. Fueron buenos momentos, y últimamente, los recuerdo.

A medida que pasaron los años, yo ya comenzaba la etapa donde tenía que descubrir: la teoría se quedaba en el sillón mirando como llevaba a cabo la práctica. Me ilusione con otras personas pero él siempre a mi lado, escuchando todas mis estupideces. Me acuerdo que cuando venía a mi casa a visitar a mi hermano, y de pasada, a mi, se quedaba y en la noche se metía a mi pieza… algunas veces me hablaba, otras me miraba, me tocaba el pelo o me abrazaba. Todo demasiado inocente para su edad, de seguro respetaba mis pocos años. Recuerdo que una vez, cuando ya sabíamos que los dos sentíamos cosas, se me acerco y me beso… fue raro, lo confieso. Yo chica, roja de la vergüenza, me aparte. Me dijo: pensé que querías… yo solo lo mire. Fui a la cocina, donde estaba una amiga, y me puse a llorar. Es gracioso, porque aún no entiendo mi reacción. A lo mejor me asuste, no lo sé.

Siempre estaba presente, en mi vida.

Cuando estaba en cuarto medio, se dio la oportunidad de estar juntos. Una noche, me dijo “te quiero ver”, le dije que pasara por mi casa, para que habláramos. Mamá había salido con su pololo y nos dejo solos, ella siempre confió en él, era uno más de la familia. Nos sentamos en el sillón, un tanto incómodos, me pregunto sobre mi ex pololo, hablamos de la vida, del colegio, de la universidad. No era necesario declararse, sabíamos que era lo que sentía el otro. Hablamos toda la noche, nos acostamos en el sillón, sin hacer nada… completamente entregados a lo que pasara. Acordamos que cuando el volviera a Santiago, en dos meses más, comenzaríamos a vivir aquel sentimiento. No recuerdo si me lo dijo o yo lo interprete así. Cuando se fue esa mañana, no podía estar más feliz.

Se fue a trabajar a Antofagasta, junto a una amiga que vivía allá y las cosas cambiarían de rumbo. No recuerdo bien, si se alejo lenta o de una vez, pero paso. Llego un momento, donde no supe más de él. Mi “amiga” me decía que estaba bien, que “hablaba siempre de mi” y yo, la estúpida, lo creí. Cuando volvió ya no era lo mismo, no me quiso ver. Me sentí herida, golpeada… “estafada”. Mi amiga se vino a quedar unos días a Santiago, a MI CASA y una noche me dice: “me va a pasar a buscar El, ¿quieres venir con nosotros?” Yo quede en estado de shock… ¿Por qué vendría a mi casa a verla a ella, si nunca se quiso juntar conmigo? Meses después conocería la respuesta…cuando mi hermano en una sincera confesión, después de verme sufrir, me contara que ellos habían estado juntos en Antofagasta y que dejara de actuar como la tonta de la novela. El mundo se cayó en pedazos, literalmente.

No vale la pena que cuente como enfrente a la puta esa, sólo diré que mis palabras hablaron perfectamente desde mis sentimientos.

Lo vi un par de veces después... me conto la historia. Me dio pena, claro… pero no podía hacer nada. Lo invite a mi fiesta de graduación, me dijo que tenía una nueva relación y que su polola seguramente no entendería “esta amistad”. Y me dejo sentada en la puerta de mi edificio, esperando una simple explicación. Perdí tantas noches, tantas horas pensando que MIERDA HICE MAL. Todavía no encuentro la respuesta.

Nunca más hable con la “amiga-puta” de Antofagasta. Acepté las disculpas pero no olvidé. Entre más lejos de mi vida este, mejor. Siempre he pensado que si no se comparten las reglas basicas de educación, no vale la pena seguir una relación.

De él, no supe más. La amistad con mi hermano, termino.

Y no sé porque las noches de enero me recuerdan esas tardes infantiles, mientras lo miraba, ese beso corto, la promesa de una linda oportunidad que nunca se dio. A lo mejor es tonto. No me deprime el tema, solo me da nostalgia. Ojala volver el tiempo y vivir de nuevo esas tardes donde era invisible o devolver aquel beso o sólo abrazarlo más, dejar de perder el tiempo en estúpidos para sólo quedarme con él.

Fueron años de enamoramiento, muchos años… nunca los aprecio o los deje pasar.